Los crash test dummies (maniquíes de pruebas de choque) son las réplicas a escala natural de humanos creadas para comprobar el comportamiento del cuerpo hu mano en una colisión. El dummy contiene numerosos instrumentos para recoger toda la información posible sobre variables como la velocidad de impacto, la fuerza de la compresión o la desaceleración durante una colisión. Este tipo de muñecos son indispensables en el desarrollo de los métodos de seguridad activa y pasiva en todo tipo de medios de transporte. Pero antes de trabajar con estos simpáticos y sufridos muñecos, ¿cómo se desarrollaban este tipo de investigaciones?

Las primeras carrocerías de los vehículos, por su estructura y los materiales utilizados de construcción, eran auténticos ataúdes con ruedas, incluso en choques a baja velocidad. Las primeras pruebas para estudiar las consecuencias de los impactos y de esta forma poder mejorar la seguridad, se hicieron con cadáveres. A los consiguientes problemas éticos y morales por trabajar con cadáveres, había que añadir la dificultad de conseguir los
cuerpos necesarios. Además, solo servían para una prueba. Y aquí es donde interviene el protagonista de esta historia, el coronel de la fuerza aérea de los Estados Unidos, John Paul Stapp.

TIME - Stapp

John Paul Stapp, médico y biofísico, se alistó en la fuerza aérea de la Estados Unidos en 1944. Gracias a su brillante currículum, fue destinado al laboratorio de investigación de la fuerza aérea en la base de Wright-Patterson (Ohio), donde comenzó a trabajar en un proyecto sobre la resistencia de los asientos y arneses y la tolerancia humana a la aceleración y desaceleración. Stapp entendió que estas simulaciones no servían de nada si no se obtenían datos exactos que permitiesen desarrollar su trabajo con mayor precisión. Así que se prestó como voluntario a modo de cobaya humana. El primer proyecto que Stapp experimentó en sus carnes fue la desaceleración humana: el estudio de la capacidad del cuerpo humano para resistir fuerzas g (fuerza de la gravedad). Hasta la fecha se creía que lo máximo que podría soportar el ser humano era una fuerza de 18 g (dieciocho veces la fuerza de la gravedad).

En abril de 1947, Stapp viajó hasta la base aérea de Edwards (California), lugar elegido para las pruebas del desacelerador humano, ya que entre sus instalaciones contaba con una pista de raíles de seiscientos diez metros donde se habían probado las V-1 (bombas voladoras) durante la Segunda Guerra Mundial. Sobre la base de una vagoneta, que iría impulsada por varios cohetes situados en la parte posterior y un potente sistema de frenos hidráulicos, se situó un asiento donde Stapp experimentaría en sus propias carnes las consecuencias de la rápida aceleración y la brutal desaceleración. Los primeros ensayos se hicieron con un muñeco llamado Oscar Eightball, y cuando Stapp pensó que ya estaba todo preparado le dio una palmadita en el hombro a Oscar y le dijo: «Ya no te vamos a necesitar, te puedes ir. Yo ocuparé tu lugar».

Durante varios meses se hicieron pruebas variando la posición y el número de cohetes, superando 18 g sin ninguna dificultad. En la prueba del 10 de diciembre de 1954 llegó a alcanzar una velocidad de más de 1.000 Km/h en cinco segundos (más rápido que una bala) y soportar 46 g cuando frenó en 1,4 segundos… como chocar contra una pared conduciendo un coche a casi doscientos Km/h. Se había convertido en el hombre más rápido de la tierra, pero con algunas consecuencias: no veía nada y sus ojos estaban llenos de sangre porque varios vasos sanguíneos le habían estallado. «Esta vez me tendréis que preparar un bastón y un perro lazarillo«, dijo Stapp cuando lo llevaban al hospital.

Stapp

Los médicos comprobaron que no había habido desprendimiento de retina, y con el oportuno tratamiento recuperó la visión en un par de días. Durante todos los ensayos en los que participó sufrió repetidas y diversas heridas de guerra, como costillas y extremidades fracturadas o múltiples hematomas —daños colaterales los llamaba el propio Stapp-. Sus experimentos y trabajos fueron vitales en los actuales sistema de seguridad (asientos de eyección, cinturones de seguridad…) e igualmente para conocer los límites de resistencia del cuerpo humano. Gracias a él, la fuerza aérea construyó unas instalaciones para experimentar con automóviles y allí se llevaron a cabo las primeras pruebas de choque con los dummies (maniquíes). Y para rematar la faena, consiguió que el presidente Lyndon Johnson firmase en 1966 una ley que obligaba a los fabricantes de vehículos a instalar los cinturones de seguridad.