La pobre Isabel la Católica ha llevado la fama de mujer de poca higiene, o marrana, por la frase que se le atribuye:

Prometió no cambiarse de camisa hasta que se conquistase Granada.

Pero la realidad es bien distinta, porque nunca pronunció esa frase. Es más, era tal la pulcritud y el lujo con que vestía la reina Isabel que su confesor, fray Hernando de Talavera, le recriminaba el exceso de cuidado que daba a su cuerpo y le censuraba tales vanidades. La frase que sí pronunció, y que hoy en día se utiliza para advertir de una amenaza oculta, fue…

¡Venía el villano vestido de verde!

Al igual que Victoria Beckham, la reina sentía una profunda repugnancia por el ajo. En cierta ocasión, los cocineros se dieron cuenta, ya muy tarde, que en la comida que habían preparado para la reina habían utilizado ajo. Sin tiempo para subsanar el error, decidieron disimular el ingrediente en cuestión echando abundante perejil… pero la reina se dio cuenta del «peligro oculto».

Isabel la Católica

Quien sí pronunció esa frase fue otra Isabel, su tataranieta Isabel Clara Eugenia de Austria, hija de Felipe II. En 1598, en su boda con su primo hermano el archiduque Alberto de Austria (nieto de Carlos I de España), Felipe II otorgó como dote a Isabel los Países Bajos y el ducado de Borgoña.

Sitio de Ostende

En el contexto de la Guerra de Flandes se produjo el sitio de la ciudad de Ostende (hoy Bélgica). Fue un asedio de más de tres años de duración, de 1601 a 1604, en el que los tercios del Imperio español cercaron y conquistaron la ciudad defendida por las fuerzas de las Provincias Unidas de los Países Bajos con el apoyo de tropas inglesas. En este asedio es donde Isabel Clara Eugenia  pronunció la famosa frase:

Prometió no cambiarse de camisa hasta que se tomase Ostende.

Eso sí, fue algo simbólico. Nada más